Has sido testigo de el rechazo de algún grupo, equipo o simplemente miradas a tu «pandita»… él/ella tú «#pandita» también.
No importa con cuanta fortaleza y autosuficiencia eduquemos a nuestros hijos, la necesidad de socializar y de «pertenecer» a un grupo por elección (jugar en la cancha) y no por resignación (no jugar en la banca) es inherente al humano.
Cuando somos niños, esta necesidad de aceptación es vital para el adecuado desarrollo emocional. Un niño amado por su familia no entiende el porqué es rechazado cuando se selecciona a los integrantes de una obra de teatro, el equipo de basquet, se le llama «gord@» en tono despectivo o simplemente recibe miradas de desaprobación por sus compañeros (y tristemente algunos también las recibirán de sus maestros)
Puedes educar a tu hijo para que entienda que puede seguir adelante sin ser parte de un grupo al que desea ingresar, que sea autosuficiente, automotivado, pero tu hijo NO nació para ser un ermitaño, si esa es su elección a futuro, que sea eso, SU elección.
Los «panditas simpáticos» pueden ser mejor aceptados, pero… ¿son aceptados en los grupos, equipos, clubes, a los que ellos quieren estar o en los que se tienen que resignar?
Es parte de el crecimiento el aprender a no obtener todo lo que se desea, el desamor, la primer materia reprobada, el aceptar que no puedes leer la mente o volar como superman. Pero, cuidemos a nuestros panditas para que estas cosas lleguen a su tiempo y no sean rechazados por ser quienes son.
Si tienes un pandita, te recomendamos leer nuestros posts anteriores donde hablamos de la alimentación (y cómo mejorarla) y estar pendiente de los próximos que hablarán del ejercicio.
Recuerda que las palabras enseñan, pero el ejemplo arrastra. El cambio debe comenzar por uno mismo!
Como siempre, te recomendamos acudir a un especialista y compartir esta información.