¡Lo importante de romper el círculo vicioso de la obesidad!
Si describiéramos el círculo vicioso de la obesidad diría algo parecido a: “Los jóvenes con sobrepeso y obesidad llevan una carga social, psicológica y emocional que suele conducir a la ira, la desesperación y, finalmente, a una vida sedentaria.» David Kahan Investigador y Profesor de educación física de la SDSU (San Diego State University)
Afortunadamente en el mismo párrafo, el Dr. da una magnífica opción para romperlo: «Por eso es tan importante ayudar a los jóvenes a que se entusiasmen con la actividad física”.
Lo que pasa «desde adentro»
Veamos un recorrido rápido, imaginario (y muy poco científico) de la felicidad. Cuando ganamos un juego, cuando nuestro super héroe logra vencer al villano, cuando comemos un rico postre, se liberan en nuestro cuerpo hormonas que nos hacen sentir eufóricos. Estas a su vez, elevan nuestro ritmo cardíaco, con ello la respiración, la temperatura, comenzamos a transpirar y en resumen, nos sentimos «felices».
PERO, ¿qué pasa cuando estos capítulos de euforia – felicidad son todos «virtuales»? ¿Ajenos a un logro real de nuestra persona? ¿Podemos sentir la misma emoción al ganar un video juego que al ganar un partido real? La respuesta es sí.
El inconveniente es que estar sentado en un videojuego durante casi cuatro horas, a penas se consumen unas 180 kcal, mientras que salir a escalar y llegar a la cima de una montaña se hubieran gastado unas 1000 kcal.
En la mente del #pandita el logro es equivalente, el placer es equivalente, pero energéticamente, el requerimiento es mínimo.
Ahora bien, ¿qué pasa cuando forzamos a nuestro #pandita a realizar una actividad que tiene un sinnúmero de «peros» desde su perspectiva?
- No me gusta
- Me cansa
- Soy muy torpe
- Soy muy lento
- Me duele el cuerpo
- Etc.
Entusiasmarlo no es lo mismo que obligarlo
Y extra, logramos que sienta y viva todas ellas, me refiero a … ¿Qué pasa si lo OBLIGAMOS, lo CRITICAMOS, lo CANSAMOS? ¿Te imaginas qué sentirá? ¿habremos ayudado a su auto estima? ¿habremos logrado que se sienta mejor, o peor?
EXACTO!!! Romper el circulo vicioso implica cambiar NUESTRA actitud crítica y comenzar a alentarlo, enseñarle a disfrutar la actividad, lograr que sienta felicidad al bajar por una resbaladilla (subió las escaleras), balancearse en un columpio (mueve las piernas, ejercita los brazos), llegar a diez brincos en la cuerda, SIN IMPORTAR que otros hagan mil!
Nuestros #panditas quieren que nos sintamos orgullosos de ellos y DEBEMOS hacerles sentir realmente que haber hecho una vuelta al parque caminando nos llena de alegría, EVITEMOS compararlos o criticarlos!
Cambiemos nosotros para ayudarlos a cambiar
Imaginemos un diálogo:
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ojalá me acompañes nuevamente, disfruto mucho estar a tu lado, hacer algo juntos, platicar y caminar contigo es genial»
O bien:
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá te esforzaras tanto como tu primo!»
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá fueres menos flojo!»
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá no te quejaras tanto!»
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá dejaras tus videojuegos!»
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá te disfrutaras más de la vida real»
«Me siento muy feliz por que me acompañaste en toda la vuelta al parque, ¡ojalá …!»
O bien:
«¡ojalá te esforzaras tanto como tu primo!»
«¡ojalá fueres menos flojo!»
«¡ojalá no te quejaras tanto!»
«¡ojalá dejaras tus videojuegos!»
«¡ojalá te disfrutaras más de la vida real»
«¡ojalá …!»
¿Cuál opción crees que animará más a tu #pandita?
Romper el circulo vicioso que atrapa a nuestros #panditas es en buena medida nuestra actitud hacia ellos.
Mi experiencia:
De niño admito que fui muy consentido, así que era raro que alguien me regañara o reconviniera sobre mis malos hábitos de alimentación, sedentarismo e incluso algo de «anti social».
Pero no es que no quisiera jugar, es que NO PODÍA JUGAR! Tener 12 años y ser talla 36 no era algo que me permitiera correr, brincar, bailar o incluso caminar sin sentirme agotado.
Cuando tuve edad o el peso suficiente para que me hicieran de notar que tenía un sobrepeso considerable, lo consideré incluso un acto de rebeldía, si siempre me habían dicho que me amaban… ahora tenían que demostrarlo.
Incluso, la vanidad no pudo contra mis malos hábitos pues las chicas que me gustaban «no eran lo suficientemente maduras mentalmente» para ver más allá de mi obesidad.