Epilepsia y obesidad infantil

Epilepsia y sobrepeso, niños con una vida complicada

Acorde con la Academia Nacional de Neurología (de Estados Unidos de Norte América), la población infantil que sufre de epilepsia es también más propensa (hasta un 40%) a sufrir de obesidad.

Una mañana de sábado, luego de jugar unos minutos en el parque, tu bebé de dos años comienza a caminar torpemente, tiene la mirada perdida y súbitamente, antes de que logres acercarte… convulsiona.

Su cuerpo se arquea, tiembla incontrolablemente, sus extremidades vibran sin control, sujetas torpemente su cabeza para protegerla de que se lastime y buscas inútilmente de reflejarte en su mirada perdida.

No, no es lindo, y menos aun para un niño que ha perdido unos segundos de su vida. Y que cuando tenga uso de razón, entenderá que nunca más volverá a ser totalmente dueño de su cuerpo.

Los medicamentos ayudan, las convulsiones comienzan a espaciarse, incluso por años. Pero ese temible recuerdo de tu niño convulsionando en el suelo te hace recordar lo frágil que es la vida.

¿Sobreprotección o alienación?

Como todo buen padre, obligas a tu hijo a tomar religiosamente sus medicamentos, a evitar que se exalte, y claro, evitar que juegue o haga deportes «rudos».

Día a día, tu hijo absorbe tus miedos y comienza a evitar los gritos, los saltos, los columpios, las artes marciales son simplemente impensables y escalar un árbol, un suicidio anticipado.

Comienza con un poco más de cintura, luego una talla más, al llegar a la adolescencia tu hij@ presenta sobrepeso moderado. Ha sobrevivido!! Pero ahora es un adulto con una gran posibilidad de desarrollar diabetes mellitus, enfermedad coronaria, hipertensión, y un largo etcétera de enfermedades.

Es retraid@, no tiene casi amigos y los pocos que tiene son los del club de canto, ajedrez, bordado, lectura de la biblia o cualquier otra «actividad» que no eleve su ritmo cardíaco.

Algunos francamente se vuelven antisociales desde pequeños, viven al margen de la sociedad, y se refugian en videojuegos, otros niños enfermos de epilepsia y las figuras adultas que «soportan» son a veces los médicos.

¿Culpables?

NO!!! Nadie es culpable, un niño no decide nacer con una enfermedad! Un padre NO desea una enfermedad para sus hijos! La medicina es un camino, pero el cerebro es un universo activo, cambiante, casi infinito y por ello prácticamente indescifrable.

Se tiene que aprender a vivir con la enfermedad, tanto los padres, los hijos y todos aquellos que les rodean. Los niños epilépticos son iguales a todos los niños, quieren aprender, explorar, arriesgarse, y los padres son igual a todos los padres… ¡quieren evitar que sus hijos sufran!

Los niños y sus padres deben aprender a vivir con la enfermedad.
Los niños y sus padres deben aprender a vivir con la enfermedad.

Encontrar el balance entre una vida de niño «normal» (sigo inconforme con esta palabra) y lograr la meta como padre de «evitar el sufrimiento», es más dura de lo que pueda imaginarse. Pero, tener a un hijo en una burbuja acolchonada NO es la solución.

Mi experiencia:

Luz, una bella amiga cantante de opera me instó a escribir este blog, me platicó su propia experiencia, sus crisis (físicas y emocionales) y si ya la admiraba como cantante ahora puedo afirmar: Luz, eres extraordinaria!

Deja una respuesta